El valor de Autoeducación

¡Hola! Mi nombre es Julissa Michelle Medina Banegas, tengo 27 años, y soy Abogada, actualmente ejerciendo como asesora legal/ servidora pública en mi ciudad natal de San Pedro Sula. Éste no es un artículo más que te brinda la clave para alcanzar el éxito, o cómo puedes convertirte en tu mejor versión. En las siguientes líneas, te expondré brevemente un caminar que no parecía prometedor, pero que, al llegar a tocar fondo, pudo sacar fuerza interior para luego convertirla en algo que jamás creyó que llegaría a ser o lograr.  No se trata de hablar únicamente de la punta del iceberg, si no de las verdaderas dificultades que como mujeres y seres humanos enfrentamos en un país latinoamericano como es Honduras. 

 Cuando Lucrecia me contacto para poder ser parte de este proyecto, me hice las siguientes interrogantes: ¿Cuáles han sido mis mayores lecciones de vida? ¿Qué principios aplicados me han ayudado a salir adelante a pesar de las circunstancias propias de mi existencia? ¿Cómo puedo transmitir un mensaje alentador a los fieles lectores de este blog, de que uno, dos o 3 fracasos no significan el fin del mundo por muy imposible que parezca? Todos hemos sufrido pérdidas físicas que nos han cambiado la vida, y de ese tipo de desafíos es el que me gustaría hablarte el día de hoy. Imagina una vida tranquila, amando tu carrera, disfrutando la vida, una carrera prometedora y sobresaliente en cada área, pero en un cerrar y abrir de ojos, tienes agentes de investigación criminal tomándole fotografías a cada una de las partes de tu casa, para conocer e investigar el origen de un delito de asesinato que no parecía claro ese 10 de octubre del 2014.La lección más grande que la vida puso en mi camino hasta este momento fue la perdida física de mi madre de una manera que jamás imaginé a mis 22 años, justo en esa edad en la que estás en la  formación de carácter, madurez, y todas esas cualidades que deberían de definir tu vida en los años venideros. 

Cuando ocurrió tal lamentable hecho, vino consigo un cambio drástico y duro, había más preguntas que respuestas, desequilibrio personal y laboral, emocional, psicológico, entre otros cambios que mostraban la pauta de que mi vida estaba destinada a contemplar y considerar el fracaso como una opción.  De un día para otro, drásticamente la vida me llevó de ser niña a mujer, perdí la fe en mi país, en mi carrera, en mi misma, me tocó responsabilizarme de todo lo que contemplaba una vida adulta, a convertirme en proveedora, a tener que estar pendiente de todas las cuentas, y trajo consigo mucha frustración, a descuidarme en todo sentido, a ver de menos mi salud, mi sueño, mi peso, mis amistades, mi familia, mi carrera profesional y trate de llevar esas cargas por mí misma ya que quería ocultar todo lo que pasaba por mi mente, decepcione a muchas personas que creyeron en mí, pero mis fuerzas no daban para más, ya que el respirar y vivir cada día se volvió un reto constante. Por más intentos que hacía de llevar una vida normal, todo era fallido, mi cuerpo solo clamaba dormir y comer, elegía una reunión social diferente cada día de la semana para no llegar a casa y evitar estar en ese lugar en el cual había pasado los momentos más felices de mi vida. 

Cuando mi vida de repente toca fondo, decidí dejar todo en mi país en busca de respuestas. Renuncie a mi trabajo, y me desconecte de mis raíces por un año en una universidad de New Jersey con unos amigos de India y Nepal, quienes que me ayudaron a cambiar el sentido que tenía de la vida, y a conectarme conmigo misma y mi esencia. Cuando regresé, me di cuenta que no es evadiendo la realidad que puedes superar tus obstáculos, sino que enfrentándolos con valentía y reconocer con humildad que necesitamos ayuda y me dije a mi misma, “Si no tengo un mentor, seré mi propia mentor” y “Si no tengo una fuente de inspiración, seré mi propia inspiración”.Es allí cuando volví a escuchar mi voz interior que decía, “¡Tienes que auto educarte!” Decidí borrar todas mis expectativas y barreras mentales, decidí darle reset al chip de mi cerebro y hacer que mi cerebro trabajara para mí y no yo para él. 

Cuando comencé a estudiar y a nutrirme nuevamente, me di cuenta que mi cerebro solo es el resultado de todo el contenido que uno ingresa a él, y que como seres humanos somos el equivalente físico de toda la información que le ingresamos a nuestro subconsciente. Cuando entendí y apliqué éste principio, mi vida día a día iba teniendo una mejoría constante y llegue a decir: después de Dios, LA EDUCACIÓN SALVÓ MI VIDA y de aquí surge: WOMEN'S EDUCATION MOVEMENT. Un movimiento que busca empoderar a mujeres a sacar su potencial en materia de economía, arte, política y negocios. En su corto transcurrir desde su creación, me ha traído una de las mayores satisfacciones que he podido experimentar en mi vida. He conocido grandes mujeres y he visto de manera palpable como la educación puede transformar las mentalidades de nuestra juventud que cree y piensa en el bienestar común.  Cuando dejamos llevar nuestras vidas por las emociones del exterior, por los afanes vanidosos del mundo que nos venden en la televisión, por preocuparnos por que vamos a vestir, por impresionar, por mostrar una mejor imagen en redes sociales, nos perdemos de todos los verdaderos tesoros que hacen que lleguemos a experimentar una vida fluyente de plenitud (entre ellos el conocimiento y entendimiento de uno mismo).  

Es allí cuando comprendí que estaba llamada a llevar éste mensaje de empoderamiento a las jóvenes y mujeres de mi país. Muchas veces, definimos el éxito únicamente cuando se torna a nuestra vida en equivalentes materiales como ser un negocio grande, una carrera sobresaliente, amigos perfectos, pero no valoramos los pequeños pasos que por muy insignificantes que parezcan, muestran nuestro coraje, valentía y son las características que marcan la pauta de un antes y un después en nuestras decisiones, por ende nuestro futuro. Cultivarnos es la decisión más pura de amor hacía nosotros mismos. Debemos valorar cada partícula existente a nuestro alrededor, la arquitectura de la naturaleza, las texturas y colores de los alimentos que ingerimos, los milagros de Dios, la filosofía, la ciencia y la evolución de la anatomía, dejando de seguir el contenido que las mayorías quieren que sigamos, dejando de creer en las “Teorías de felicidad o positivismo” que venden la mayoría de los libros hoy en día;  sino a dedicarnos a descubrir nuestro verdadero propósito terrenal para alcanzar la verdadera esencia de nuestra vida.

MUJER ¡NO TE RINDAS!

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